Al norte, unos políticos incapaces: incapaces de gestionar, incapaces de motivar o generar ilusión, incapaces de dejar el dinero público tranquilo, incapaces de retirarse dejar paso a otros, incapaces de hacer nada útil después de tantos años de hacer solo política.
Al sur, un sistema financiero avaricioso y egoísta, protegido como un gato gigantesco y peligroso al que hay que mimar para que no te arañe los muebles o te saque un ojo.
Al oeste, una policía que disfruta disolviendo manifestaciones de ciudadanos pacíficos a porrazos.
Al este, una justicia politizada, desprestigiada, de apariencia lenta y arbitraria, que contribuye a crear sensación de inseguridad y de impunidad.
En el centro, cinco millones de parados.
País.
Y los parados del centro prestan atención a uno de los demonios o a otro, alternativamente. Ahora mismo, todos mirando al este.